Muchos ya no somos concientes, pero hace unos años, cuando queríamos enviar una carta a alguien teníamos que ir a la oficina de correos, cuando necesitábamos consultar un determinado libro teníamos que acercarnos a la biblioteca, cuando queríamos enterarnos de la actualidad, teníamos que comprar el periódico en el kiosco más cercano. Cuando queríamos ver una exposición, teníamos que visitar un museo, incluso cuando queríamos conocer una ciudad, era necesario viajar a ese determinado lugar.
Por lo tanto era necesario desplazarse, el abandonar un lugar y mover nuestro ser hasta un lugar determinado, un lugar público. Lo cual demandaba tiempo, medios, y creaba un momento y un espacio intermedio. Un viaje entre acciones que se reflejaban en un paseo, un recado, un trayecto o incluso un propio viaje. Una transición.
Ahora existen una naturaleza conformada por la tecnosfera (servidores que almacenan infinitos bytes de información, una amplia red de cables que unen cualquier rincón, nubes portadoras de sincronización permanente) con la que podemos acceder a cualquier tipo de información al instante.
Ahora es posible mandar y recibir emails, tweets, sms en cualquier momento, leer el libro que necesitas en cualquier idioma, saber las noticias del otro lado del globo en el instante que acontecen. Tener acceso a cualquier imagen con tan solo unas pocas palabras, e incluso simular una visita con diversos mapas, imágenes y modelos de cualquier rincón del mundo, en difinitiva acceso a una realidad virtual.
Todo esto al instante, en cualquier lugar, todo esto sentados desde nuestro váter.